Y es en estos momentos
Cuando más sola y desamparada me siento.
Y mirando por la ventana
veo como se van mis ilusiones y mi vida.
Todo se resume en una tarde de lluvía.
Como el agua cae.
Como mi sangre cae.
Como mi vida cae.
Ninguna esperanza alumbra mi corazón,
Solo sombra y desilusion.
Cuando tu piel se roza con el filo del dolor
Nada ni nadie esta contigo en esos momentos de temor.
Algo falla en este sistema
Donde mis sentimientos no entran
Y si es verdad que me encuentro en el final
Que llegué ya porque no puedo más.
Si la rabia que hay en mi corazón
Tiene que salir
Que sea ya, porque no habrá segunda vez.
lunes, 29 de diciembre de 2008
sábado, 27 de diciembre de 2008
1. El Encuentro
El sol caía amenazador en las calles de Madrid. El verano había llegado muy fuerte y eso no le gustaba a Eva. Normalmente ella estaba meditabunda, callada, unida a un libro y con la mirada fría. Era el fiel reflejo de su padre, Kirtash, al cual no veía mucho. No la importaba, su relación con el era amable, afable y cuando se veían se daban cariño, a su manera.
El calor no le hacia gracia a Eva. Ella solia estar siempre más fría de lo habitual y el verano no era su estacion favorita. Salía siempre por la noche, sola, a dar paseos y ha sentarse en los parques. No tenía amigos, no los necesitaba, aunque su larga melena rubia, ondulada hacia el final, sus profundos ojos azules y su piel blanca, habían conquistado muchos corazones. Siempre vestia de riguroso negro.
Esa noche de agosto se sentía especialmente inquieta. Salió antes del crepúsculo con su monopatín, despidiéndose únicamente de Victoria, su madre.
- Nunca entendere porque nos odia tanto- dijo Jack cuando ella se fue- con Erik es muy antipatica.
- Es normal. Es medio shek al fin y al cabo. Con su padre se lleva bien, y eso me deja tranquila.- añadio Victoria alejándose.
Eva patinó y patinó por las calles llenas de gente en busca del frescor de la noche. Paso de largo el parque al que siempre solía ir y siguió. Llegó hasta uno que estaba especialmente alejado, Eva no tenía miedo, asique busco una farola y se sento a leer.
Cuando volvió, ya de madrugada, se encontró con Erik esperándola en el porche.
- Eva, me gustaría hablar contigo.- dijo Erik cuando esta ya se metía en la casa sin dirigirle una mirada.
- Yo no quiero hablar contigo.
- Anda, deja de ser tan rancia conmigo y siéntate. Se esta bien y el frescor te gusta.- Eva le dirigió una mirada fría, que hizo estremecerse al chaval, pero aún así, aceptó y se sentó a su lado.
- Que quieres.
- ¿Por qué eres así con mi padre y conmigo? Somos hermanos, una familia. Quizás Victoria se sienta mal con esta situación.
- Me llevo bien con mi padre, eso es lo único que a ella le importa.- Eva se levantó- Tanto Jack como tú me dais igual, aunque mi padre me diga que intente llevarme bien con vosotros, no puedo. Adios.
- Que bien…-murmuró Erik
Al día siguiente, Eva seguía sintiéndose inquieta. Decidio encerrarse en su habitación y dejar volar su mente para intentar averiguar que era aquello que la perturbaba tanto. Se sentó en la cama, cruzó sus piernas, colocó cada brazo en una de las rodillas, alzo la cabeza hacia el techo, cerró los ojos e intento dejar su mente en blanco. Cuando la concentración comenzó a hacer efecto, el blanco de su mente se comenzó a materializar en algo. Una ciudad. Rascacielos. Nueva York. Se tranquilizó al saber que era su padre el que se encontraba al otro lado en ese momento. Éste le hablo:
- Eva, se que Erik habló contigo ayer.
- Si, ¿y?
- Se que no compartimos especial simpatía hacia ellos, pero, por Victoria, y un poco por mí, deberias mostrarte más amable con ellos.
- No puedo, lo sabes. Sabes que mi parte shek se esta desarrollando.
- Lo se, lo noto. Tienes mucho poder.
- ¿Podré transformarme?- un atisbo de emoción hizo vibrar su voz
- Aún no lo se. ¿Notas algo?
- No.
- Esta bien, no tardaremos en vernos y podremos hablar mas tranquilamente. Cuidate e intenta ser mas amable.
- …
- Eva.
- De acuerdo. Hasta pronto.
Y la conexión se corto. A Eva no le agradaba la idea, pero pocas veces su padre le pedia favores, y sabía que esto era importante para él, y Kirtash es muy importante para ella. Asique, haria ese esfuerzo.
Al día siguiente cuando iba a su sitio matutino, hizo algo que nunca antes había hecho: se despidió de Jack y Erik. De camino al parque, la inquietud en ella se hizo más grande y evidente, y la sensación de que la seguían, se apoderó de ella.
Cuando llegó al parque se quedo quieta, se giró lentamente y se puso cara a cara con ella, la persona que la seguía, la persona que despertaba en ella tal inquietud:
- Shizuko- murmuró Eva.
El calor no le hacia gracia a Eva. Ella solia estar siempre más fría de lo habitual y el verano no era su estacion favorita. Salía siempre por la noche, sola, a dar paseos y ha sentarse en los parques. No tenía amigos, no los necesitaba, aunque su larga melena rubia, ondulada hacia el final, sus profundos ojos azules y su piel blanca, habían conquistado muchos corazones. Siempre vestia de riguroso negro.
Esa noche de agosto se sentía especialmente inquieta. Salió antes del crepúsculo con su monopatín, despidiéndose únicamente de Victoria, su madre.
- Nunca entendere porque nos odia tanto- dijo Jack cuando ella se fue- con Erik es muy antipatica.
- Es normal. Es medio shek al fin y al cabo. Con su padre se lleva bien, y eso me deja tranquila.- añadio Victoria alejándose.
Eva patinó y patinó por las calles llenas de gente en busca del frescor de la noche. Paso de largo el parque al que siempre solía ir y siguió. Llegó hasta uno que estaba especialmente alejado, Eva no tenía miedo, asique busco una farola y se sento a leer.
Cuando volvió, ya de madrugada, se encontró con Erik esperándola en el porche.
- Eva, me gustaría hablar contigo.- dijo Erik cuando esta ya se metía en la casa sin dirigirle una mirada.
- Yo no quiero hablar contigo.
- Anda, deja de ser tan rancia conmigo y siéntate. Se esta bien y el frescor te gusta.- Eva le dirigió una mirada fría, que hizo estremecerse al chaval, pero aún así, aceptó y se sentó a su lado.
- Que quieres.
- ¿Por qué eres así con mi padre y conmigo? Somos hermanos, una familia. Quizás Victoria se sienta mal con esta situación.
- Me llevo bien con mi padre, eso es lo único que a ella le importa.- Eva se levantó- Tanto Jack como tú me dais igual, aunque mi padre me diga que intente llevarme bien con vosotros, no puedo. Adios.
- Que bien…-murmuró Erik
Al día siguiente, Eva seguía sintiéndose inquieta. Decidio encerrarse en su habitación y dejar volar su mente para intentar averiguar que era aquello que la perturbaba tanto. Se sentó en la cama, cruzó sus piernas, colocó cada brazo en una de las rodillas, alzo la cabeza hacia el techo, cerró los ojos e intento dejar su mente en blanco. Cuando la concentración comenzó a hacer efecto, el blanco de su mente se comenzó a materializar en algo. Una ciudad. Rascacielos. Nueva York. Se tranquilizó al saber que era su padre el que se encontraba al otro lado en ese momento. Éste le hablo:
- Eva, se que Erik habló contigo ayer.
- Si, ¿y?
- Se que no compartimos especial simpatía hacia ellos, pero, por Victoria, y un poco por mí, deberias mostrarte más amable con ellos.
- No puedo, lo sabes. Sabes que mi parte shek se esta desarrollando.
- Lo se, lo noto. Tienes mucho poder.
- ¿Podré transformarme?- un atisbo de emoción hizo vibrar su voz
- Aún no lo se. ¿Notas algo?
- No.
- Esta bien, no tardaremos en vernos y podremos hablar mas tranquilamente. Cuidate e intenta ser mas amable.
- …
- Eva.
- De acuerdo. Hasta pronto.
Y la conexión se corto. A Eva no le agradaba la idea, pero pocas veces su padre le pedia favores, y sabía que esto era importante para él, y Kirtash es muy importante para ella. Asique, haria ese esfuerzo.
Al día siguiente cuando iba a su sitio matutino, hizo algo que nunca antes había hecho: se despidió de Jack y Erik. De camino al parque, la inquietud en ella se hizo más grande y evidente, y la sensación de que la seguían, se apoderó de ella.
Cuando llegó al parque se quedo quieta, se giró lentamente y se puso cara a cara con ella, la persona que la seguía, la persona que despertaba en ella tal inquietud:
- Shizuko- murmuró Eva.
lunes, 8 de diciembre de 2008
Lluvia de sangre
Las calles estaban desiertas. La lluvia mojaba todo y hacia relucir la luz de las farolas en los charcos. Una chica, con un vestido blanco como la nieve, corría rápidamente descalza. Miraba hacia atrás con desespero y angustia. Se paró en seco. Se toco el cuello y palpó dos heridas sangrantes. Preocupada, volvió el rostro hacia delante y se topo con él.
El vampiro que la había perseguido. Alto. Rubio de pelo largo, de ojos azules como el cielo y una piel fría, tan fría como el hielo, tan fría como la lluvia que los mojaba y hacía que ella temblara de terror. La miró con ternura. Ella se relajó. El vampiro aprovechó su momento de debilidad para aferrar su rostro con firmeza. Ella jadeo. Suavemente acercó su rostro hacia el de ella y la besó. Primero suavemente, después de forma mas apasionada. Ella se entregó entera, sin oponer resistencia a esa fuerza, a ese hombre.
El vampiro comenzó a bajar su mano, rodeando de forma sinuosa las curvas de la muchacha, como el vestido mojado se pegaba a su cuerpo y dejaba entrever su pecho, redondo con sus pezones en punta. Ella se estaba excitando, mientras sentía como la mano del vampiro bajaba por su tripa, llegaba a los muslos y la alzaba en el aire para situarla encima de su cadera. Sus labios se separaron, una sonrisa pícara se poso en el rostro del vampiro. Poso a la muchacha en el saliente de una ventana cercana. La apoyo contra la pared. Y comenzó a besar sus manos, sus brazos, hasta que llego al cuello, donde ignoro las marcas que él mismo le había provocado. Sin previo aviso, llevo una de sus manos hacia la entrepierna de la chica, lo que hizo que esta abriera los ojos de par en par y comenzara a gemir de placer. El vampiro sabia lo que se hacia y mientras manipulaba el clitoris de la joven con una mano, con la otra, acariciaba su rostro, su pelo, sus labios… y la besaba apasionadamente. Justo cuando la muchacha llegó al climax y ya gritó de puro placer pese al beso del vampiro, este se dirigió a su cuello, palpo la herida con su lengua y volvió el beber el líquido que le daría más vida, más poder, mientras que a ella le quitaria todo lo que tenia.
Cuando el cuerpo de la joven yacia inerte en el saliente el vampiro la miró, con pena en sus ojos azules como el cielo que hacia años, siglos que no veia. Pensó, como la vida de algo tan bello como aquella muchacha podia servir de alimento a un ser como el. Pero así son las cosas. El vampiro se deshizo de su ropa y dejo que la lluvia, que aún bañaba las calles, cubriera su cuerpo, y le quitara esa sensacion de culpabilidad. Tiró su camisa blanca manchada de sangre al suelo, se despojo de su pantalón y revolvio su cabello al mismo tiempo que las gotas terminaban de mojar las partes más intimas de su cuerpo vampírico.
Volvió la cabeza hacia atrás de nuevo. Recogió sus ropas. Y caminó calle arriba, camino de su guarida, como un fugitivo cualquiera en la noche, como el asesino que era. Pero él era inmortal, se dijo, alzo la cabeza hacia el cielo y susurro con su voz melodiosa:
- Soy Alexander…
El vampiro que la había perseguido. Alto. Rubio de pelo largo, de ojos azules como el cielo y una piel fría, tan fría como el hielo, tan fría como la lluvia que los mojaba y hacía que ella temblara de terror. La miró con ternura. Ella se relajó. El vampiro aprovechó su momento de debilidad para aferrar su rostro con firmeza. Ella jadeo. Suavemente acercó su rostro hacia el de ella y la besó. Primero suavemente, después de forma mas apasionada. Ella se entregó entera, sin oponer resistencia a esa fuerza, a ese hombre.
El vampiro comenzó a bajar su mano, rodeando de forma sinuosa las curvas de la muchacha, como el vestido mojado se pegaba a su cuerpo y dejaba entrever su pecho, redondo con sus pezones en punta. Ella se estaba excitando, mientras sentía como la mano del vampiro bajaba por su tripa, llegaba a los muslos y la alzaba en el aire para situarla encima de su cadera. Sus labios se separaron, una sonrisa pícara se poso en el rostro del vampiro. Poso a la muchacha en el saliente de una ventana cercana. La apoyo contra la pared. Y comenzó a besar sus manos, sus brazos, hasta que llego al cuello, donde ignoro las marcas que él mismo le había provocado. Sin previo aviso, llevo una de sus manos hacia la entrepierna de la chica, lo que hizo que esta abriera los ojos de par en par y comenzara a gemir de placer. El vampiro sabia lo que se hacia y mientras manipulaba el clitoris de la joven con una mano, con la otra, acariciaba su rostro, su pelo, sus labios… y la besaba apasionadamente. Justo cuando la muchacha llegó al climax y ya gritó de puro placer pese al beso del vampiro, este se dirigió a su cuello, palpo la herida con su lengua y volvió el beber el líquido que le daría más vida, más poder, mientras que a ella le quitaria todo lo que tenia.
Cuando el cuerpo de la joven yacia inerte en el saliente el vampiro la miró, con pena en sus ojos azules como el cielo que hacia años, siglos que no veia. Pensó, como la vida de algo tan bello como aquella muchacha podia servir de alimento a un ser como el. Pero así son las cosas. El vampiro se deshizo de su ropa y dejo que la lluvia, que aún bañaba las calles, cubriera su cuerpo, y le quitara esa sensacion de culpabilidad. Tiró su camisa blanca manchada de sangre al suelo, se despojo de su pantalón y revolvio su cabello al mismo tiempo que las gotas terminaban de mojar las partes más intimas de su cuerpo vampírico.
Volvió la cabeza hacia atrás de nuevo. Recogió sus ropas. Y caminó calle arriba, camino de su guarida, como un fugitivo cualquiera en la noche, como el asesino que era. Pero él era inmortal, se dijo, alzo la cabeza hacia el cielo y susurro con su voz melodiosa:
- Soy Alexander…